domingo, 12 de octubre de 2014

Una casa, fuera de casa....

"Uno es de donde le va bien...", era una frase que solía escuchar cuando era niña. Siendo hija de inmigrantes, desear salir de mi país natal y vivir fuera de él, al menos por un tiempo... no era descabellado. Pero, la circunstancias de mi Venezuela, las cuales no pienso resumir en estas líneas, entre otras cosas, por miedo a leerlas en unos años y darme cuenta que siguen vigentes... me llevaron a acelerar el proceso y a cambiar un "me gustaría vivir un tiempo fuera" a un .."me quiero ir de aquí".

Pues bien.... resulta que los sueños se hacen realidad y un día, con parte de mi vida en 3 maletas viajé a cumplir mi sueño, vivir fuera de Venezuela. Panamá.... en ese momento no sabía nada del país al que me mudaba, solo que:  existía el Canal de Panamá, que Ruben Blades había nacido aquí, que se hablaba español, que hacía calor y llovía 9 meses al año... y lo más importante para mí: sabía que pagaban en dólares, que la economía estaba en buen momento y que era allí, donde me estaban ofreciendo un empleo en una empresa grande. Al llegar, no podía creerlo... "lo hice...realmente me fui" recuerdo que fue lo primero que pensé cuando me bajé del avión. 

Afortunadamente, con cada experiencia negativa, cosas buenas quedan... y yo, desde lo 20 (que mi mamá se fue) aprendí a administrar un hogar, con lo cual eso de ser independiente económicamente, cocinar, comprar, atender la casa, etc...no representaba un reto. Lo que nunca había hecho era, vivir sola... sola, separada de mi hermano y Spike (con quienes había vivido hasta ese entonces), de mis amigos, de mis paisajes, de la comida que conocía. Sola, sin conocer a nadie en la ciudad, ni las calles, siendo "la nueva" no solo en el trabajo, sino luego de las 5:00 cuando salía de la oficina, siendo solo un número de pasaporte... número que por cierto también tuve que aprenderme. Fue así como comenzó lo que llamo mi tercera etapa: Mi vida fuera de Venezuela.

Hoy se cumplen 2 años desde que llegué a este maravilloso país... Panamá!. Han sido 730 días emocionantes y muy calurosos... la mayoría de ellos felices y otros realmente duros. Y es que esta experiencia, trajo consigo la obligatoria oportunidad de conocerme profundamente, de un modo, que no solo maravilla, también asusta y desconcierta, porque descubrí reacciones que no sabía podía tener ante situaciones hasta entonces cotidianas. En este tiempo me he dado cuenta que me importaban cosas que ni siquiera había tomado en cuenta en mis 29 años anteriores. He descubierto que ya no tengo respuestas de una palabra a preguntas de formulario como "¿Religión?" y que mi respuesta a la típica pregunta ¿Alguna vez te has enamorado? ya no es la misma. Han sido 2 años de conocer gente muy interesante y también gente bastante aburrida, gente que me llena de energía... y gente que parece pasar por mis días poniéndome a prueba. Gente que son ejemplo de lo que quiero aprender y gente que son perfecto ejemplo de lo que NO quiero para mí. Dos años, descubriendo nuevas pasiones como el Yoga que no había hecho antes y hoy mi cuerpo y mi mente, prácticamente lo necesitan. Dos años de reencontrarme con mi amor por la pintura y mi necesidad de expresarme con la escritura. Un tiempo en el que he aprendido a alimentarme de otras formas, a sentir compasión por otros,  a explorar nuevas formas de comunicación, para mantener mi relación con mi hermano, familia y amigos que no están aquí. Un tiempo en el que he aprendido a extrañar a mis afectos y a mi país, desde la nostalgia... ya sin tristeza. Dos años, que más que tiempo han sido distancia...quizás la distancia que necesitaba para comenzar a sanar desde mi corazón... la relación con mi papá.  Dos años.... mis primeros dos años en Panamá!!

No tengo idea de cuánto tiempo estaré aquí... o si la vida me llevará a otros lugares, pero luego de 24 meses, cuando recuerdo la frase de mi mamá "Uno es de donde le va bien"  solo pienso...que ya aquí me siento como en casa. Hoy, solo quiero decir GRACIAS...  a este país que me abrió las puertas, donde aún hay tanto que hacer... y que me ha dado la posibilidad de hacer nuevos amigos, de conocer a mi Mathias hermoso (ese perrito que ahora me acompaña). GRACIAS a la vida por haberme traído aquí, permitiéndome soñar con algunas cosas que había dejado de lado y reencontrarme con la Fe de que los sueños pueden hacerse realidad. Gracias, por toda esa gente linda que he conocido y todo lo que de cada uno he aprendido: Panameños, Colombianos, Mexicanos, Ticos, Argentinos y por supuesto.. muchos hermanos venezolanos... Gente como yo, que ha logrado encontrar una casa, fuera de casa. 


Monik