Crecí en una familia promedio de mi época: mamá, papá y dos hijos.
Mis padres, inmigrantes, trabajadores, honestos, ambos con nivel educativo
básico, pero mejor educados que muchas personas que he conocido y que llevan
prefijos o sufijos “honorables” junto a su nombre: El Dr. Blabla, la Ing. Juanita,
Fulanito, PHD...Pepito, PMP….y por supuesto, Andresito el CEO de la empresa X,
etc. Mis padres, demostraban interés y respeto por eso de "ser
gente", lo cual siempre dejaron claro, que nada tiene que ver con la
cantidad de diplomas que tenga en la pared, o los ceros a la derecha en mi
cuenta bancaria. Recuerdo de ambos frases como "Nena, lávate las
manos", "Se dice gracias", "Se piden las cosas diciendo Por
Favor", “Saluda a la señora”, "Dale el puesto al señor
mayor...", "No tires eso en la calle", “Siéntate bien, etc. En
aquel momento, esas frases eran como los pellizcos de una depiladora:
repetitivos y casi insoportables. Hoy, doy gracias por haber tenido padres
así.
De mi papá, heredamos varias cosas: Luis, además del físico,
heredó la puntualidad, la forma de caminar, y de reír, el don de la escucha
atenta, el gusto por las reuniones sociales y los tragos con los amigos, el
tono arisco y a veces "burlón" de su personalidad. En mi caso, me
traje la facilidad para hacer amigos en donde vaya y conservarlos por años. Y
ambos nos quedamos, con su gusto por caminar, sus bonitas cejas y casi
envidiable metabolismo.
Hoy, día de las madres, recuerdo lo mucho que de ella también
heredamos. Luis se trajo consigo, entre otras cosas, su afición por los carros,
los lentes, las gorras y los sombreros. La capacidad admirable de hacer dinero
a través de un oficio y el gusto (casi necesario) de disfrutar de un buen café
cada mañana y de un cigarrillo cada noche en el balcón. En mi caso (además del
parecido físico), heredé el gusto por el arte, las manualidades y las carteras,
la búsqueda constante de ser puntual (y frustrarme en el intento), el valor de
arriesgarme para conseguir lo que quiero y averiguar lo que no sé, el deseo de
emigrar y la casi necesidad constante de decir lo que pienso (aunque a veces
sean verdades punzantes para los demás). Ambos: heredamos el gusto por las
fotos y el baile, el casi gozoso acto de discutir cuando sabemos que tenemos la
razón, el valor que damos a la familia, la necesidad de tener nuestro
propio espacio y mostrarnos autosuficientes, nuestro poco agrado por cocinar (y
mucho por comer), el don de la palabra y la facilidad para vender casi
cualquier cosa o idea si así se necesita.
Hacer este recuento me hace sentir agradecida y feliz porque tuve
padres que me enseñaron lo que significa “ser gente”, a distinguir entre religiosidad y Fe, que me
mostraron (cada uno con un ejemplo distinto) que somos reflejo de nuestra
familia (por lo que imitamos y lo que decidimos desechar), que a lo largo de la
vida recogemos lo que sembramos y que la suerte, no es el timón de eso que
llaman destino. GRACIAS!!
Especialmente GRACIAS a ti mamá, que aunque estás en el cielo, no dejas
de existir y cada día con más frecuencia te encuentro cuando me veo en el
espejo. Gracias por seguir siendo mi ángel protector, por
no soltar mi mano, por ser una madre extraordinaria, y ser (como decía mi
hermano a los 5 años) “La mejor mamá que he tenido”, por poner las bases de lo
que hoy soy y por seguir estando allí en el sol, las estrellas y en el aire que
respiro.. Esté cerca o lejos de casa.
Monik