martes, 6 de agosto de 2013

Siento

Siento ganas de escribir esta noche sobre lo que siento. Esa extraña sensación de “nada”, que a ratos me dan ganas de llorar, pero al mismo tiempo, me impide hacerlo. Y siento que ya han sido suficientes días con “nada” acompañándome.

Siento unas ganas enormes de soñar con mi mami, abrazarla y contarle las cosas que me pasan estos días, pedirle un consejo, compartir un café con leche y una  torta de zanahoria (esa que tan rica le quedaba), pedirle que me peine (aunque sé que halará mi cabello), contarle algo gracioso solo para escucharla reír. Siento más ganas aún de que al despertar, algunas cosas no hubieran sucedido todavía.

Al cerrar los ojos, hoy siento que puedo escuchar a mi hermano contándome sus cuentos sobre sus últimas fotos o algún video de una banda (seguramente una de esas que poco escucho), mientras comemos arepas frente al televisor de la sala y hacemos lo posible porque Spike deje de ladrar y no se monte en el sofá o nos robe la cena. Siento nostalgia de algunos momentos de oficina, cuando de 8 a 5 no solo se trabajaba, sino que se jugaba, en esa escuela gigante de 3 letras donde no solo me rodeaban buenos compañeros, sino personas a las que respeto y admiro, y algunas de las mejores amigas que tengo.

Siento (y no solo hoy) un enorme aburrimiento cuando algunos me hablan de lo que se esperaba y no llegó, aunque debo admitir, que en estos días me siento identificada con ellos. Siento que quedo sorda cuando comienzo a escuchar discusiones sobre política, religión, videojuegos y  programación. Siento que me marchito poco a poco cuando alguien comienza a quejarse de su vida frente a mí. Y siento que muero intoxicada cuando se dedican a criticarle la vida al vecino sin saber que desde mi punto de vista, probablemente, su vida está mucho peor.

Siento emoción cuando escucho esa canción retro que tanto me gustaba… con letras bien pensadas y a veces acompañadas de una música bastante terrible. Siento ganas de saltar con esa otra canción sin mucha letra pero bastante ritmo, que últimamente me hace bailar y cantar cuando voy detrás del volante.

Siento ternura cuando un niño recuerda mi nombre y quiere jugar conmigo. Siento ahora ganas de ir corriendo a hacer “bochinche” con Spike y Bui.

Siento miedo a la soledad, esa que se experimenta incluso estando rodeada de un millón de personas. Al mismo tiempo, siento tranquilidad por haber entendido que nunca estoy sola. Siento mariposas en el estómago cada vez que imagino que me sonríes tú, tú… quien quiera que seas,  tú que pareces aún no haber llegado a mi vida.

Siento ansiedad cuando veo pasar el calendario y a su lado el conjunto de cosas (muchas de ellas inconclusas) que componen aquel checklist hecho en mi mente hace muchos años (cuando el año 2000 se veía lejos) que decía: “Cuando tenga 30 yo…”

Me siento feliz por las personas que cada día entran a mi vida. Siento agradecimiento por aquellos que salen de ella, pues siempre me dejan una enseñanza y me permiten apreciar más a quienes se quedan. Me siento bendecida por todo vivido en estos 30 años, lo bueno (porque me ha dado motivos para sonreír) y aquello que no lo fue tanto (porque ha hecho de mí la mujer que soy hoy). Siento curiosidad por saber el futuro que me espera, pero al mismo tiempo siento calma al saber que no sé nada y por tanto no tengo de qué preocuparme.


Siento ganas de soñar mil cosas esta noche… 

Monik